Una conversación con Marisol Salanova, editora de Micromegas, a propósito de Penumbra
Como niña con zapatos nuevos. Así se encuentra Marisol Salanova, editora de Micromegas, ahora que tiene en sus manos Penumbra, de Adonay Bermúdez. Con este título inaugura la colección Booth y, además, cumple uno de sus sueños, uno de esos proyectos que se antojan irrealizables cuando acabas la Universidad. Booth será la segunda colección de la editorial y estará destinada a «libros comisariados», es decir, títulos escritos para lectores dispuestos a interactuar con el autor, con la realidad que éste lleva a sus páginas haciendo uso de los recursos más insospechados. El objetivo es remover conciencias, llamar a la reflexión.
Adonay Bermúdez aúna en este título a nada menos que veinticuatro artistas. Todos mantienen un vínculo especial con la isla de Lanzarote, ninguno ha sido un simple turista. Todas sus obras han sido creadas a propósito para esta publicación que trata de poner luz al lado más oscuro de esa isla, el que permanece a la sombra. En este valiente comisariado, Adonay Bermúdez ha contado con el apoyo de Marisol Salanova, que pierde la noción del tiempo cuando se sienta a charlar sobre él.
Penumbra es más bien una exposición ubicada en un museo muy singular: un libro. ¿Cómo se gestó?
Efectivamente, desde que conocí el primer libro de Adonay Bermúdez, Los Dictadores (el poder subversivo del arte) en Editorial Vortex (Valparaíso, Chile) tuve esa percepción, la de que Adonay trabajaba sobre el papel como en torno a una sala de exposiciones, se trataba de un comisariado, no de un ensayo o un libro de artista al uso. Lo invité a participar en la sección editorial que comisariaba yo en la ya desaparecida feria SUMMA en Madrid, aquello fue en septiembre de 2015, me enamoré del libro, participé en su presentación en la feria en Matadero Nave 16 junto al autor, al prologuista Fernando Castro Flórez y uno de lo artistas que participaba de la edición, Eugenio Merino, allí supe que en algún momento Adonay y yo teníamos que trabajar juntos. Tuve el pálpito.
Desde que acabé la carrera de Filosofía había sido como un sueño inalcanzable dirigir una editorial de libros de arte, pero en 2012, junto a mi socio Javier Castro Flórez, hermano de Fernando, inicié la aventura Micromegas. Hasta ahora nos hemos centrado en dar cabida a textos de corte ensayístico, pero tenía en mente desde hace más de un año abrir una segunda colección inclasificable, que fuera más allá del género ensayo, que funcionase como aquel «libro comisariado» tan subversivo que me había cautivado. Así que todo fue surgiendo de manera natural, armonía preestablecida leibniziana.
Al autor y a mí nos preocupan temas concretos en común —la exclusión social, la memoria histórica, la xenofobia, la homofobia, el machismo—, digamos que tenemos un talante similar en muchos aspectos, defendemos las buenas prácticas en el mundo del arte contra viento y marea y solemos comisariar proyectos que denuncian injusticias sociales agitando mentes y desatando polémica para dar visibilidad a tales problemáticas.
Su autor, Adonay Bermúdez, es comisario de exposicones. ¿Cómo fue trabajar con él en este proyecto tan medido?
Pues yo soy crítica de arte y comisaria, además de editora, entonces su rol de comisario lo comprendo bien, también por lo que te digo: tenemos tantos puntos en común que todo fluye y hemos participado ya juntos en varias mesas redondas, debates, conferencias, encuentros con artistas, ferias, intercambiando opiniones y mostrando cada uno su manera de proceder, se ha creado una confianza que es básica. Él insiste en que no es crítico de arte pero escribe crítica a veces y lo hace muy bien, ambos colaboramos con ABC Cultural, en cualquier caso este vuelve a ser un comisariado, para él y para mí como editora.
Mi socio, Javier, ha dado rienda suelta a mi creatividad y confiado en mi criterio buenamente, la verdad, nos hemos repartido las tareas en nuestra pequeña empresa que ya lleva presente en ARCO cuatro años con más de una docena de títulos muy cuidados y en esta ocasión he asumido yo toda la parte de edición de este nuevo libro con el que estrenamos la ansiada Colección Booth. Ojo, no son libros de artista, son libros comisariado, en serio, por eso empezamos con Adonay, que es el impulsor de la idea y ha hecho un excelente ejercicio de reflexión, selección y crítica.
En su libro y en los venideros de Booth Micromegas, hay ensayo, hay una parte crítica, breve en palabras pero acusada en forma de obras de serie limitada que aparecen en sus páginas y que han sido seleccionadas por su autor y creadas ex profeso por casi una treintena de artistas entre los que están Teresa Correa, Gerson Díaz, Alexis W, Karina Beltrán, Hayfer Brea, Óscar Marín Repoller, Paco Rossique, Juan Zamora, Eugenio Merino, Elena Betancor, Assaf Iglesias, Jose J. Torres, Carlos A. Schwartz, Nicolás Láiz Placeres, Ildefonso Aguilar, Samuel Aguilar, Said Rais, Marco Alom, Claudia Torres, Manuel Antonio Domínguez, Sara Garsía, Teresa Arozena, Rubén Acosta, Silvia Navarro… El prólogo, para mi sorpresa y alegría máxima, Adonay me pidió que lo escribiera yo misma, por lo que siento que hemos creado algo en consonancia y «apoyo mutuo al 200%» —en expresión suya que me encanta—.
Adviertes en el prólogo que el lector «ha de implicarse necesariamente y si no lo hace vivirá una frustración al pasar a la página siguiente porque se estará rindiendo a mantenerse en la oscuridad». ¿Podrías explicarlo?
Por supuesto, Penumbra es interactivo, fuerza al lector a implicarse, jamás dejará indiferente y enganchará hasta el final, es más que la hibridación entre un libro y un objeto artístico o una carpeta de obra gráfica, qué va, es un libro que te lleva a posicionarte respecto a problemas como la inmigración ilegal, las personas que llegan moribundas en pateras a España con ideales manipulados y falsas promesas, que sufren desamparo, que no son más mestizas que nosotros mismos, que reflejan las sombras de una Europa que, a mi parecer, ha de reinventarse.
La negritud es una cuestión central en el libro e incomoda, ¡Vaya si incomoda! A nadie le gusta sentirse en un entorno hipócrita. No he dicho que sea una lectura amable, lo que pasa es que está disfrazada, en cierto sentido, de amabilidad con ironía, juegos de palabras, trampantojos, acertijos, belleza, sobre todo belleza… La edición es, desde mi punto de vista, hermosa y llama tanto la atención que no te esperas las conclusiones a las que vas a llegar cuando abras el libro y te atrapen sus páginas.

Una de las misiones de esta obra es romper con la típica imagen de postal de la isla. ¿Cómo cree que reaccinará el lector al verse obligado a utilizar este elemento para descifrar un mensaje tan potente?
«Lanzarote no es ningún paraíso», dice el subtítulo escogido por el autor, sus paisajes de tierra volcánica de aspecto mágico, bello pero sombrío, plagado de negros y verdes oscuros, objeto de atracción y turismo a la vieja usanza, son desgranados en este libro en el que todos los artistas que participan han pasado alguna vez por la isla o tienen algún tipo de vinculación con ella, pero lo que se dice de la misma es aplicable a España, a las costas europeas, a Estados Unidos, es extensible al mundo globalizado que habitamos. Todos vivimos en islas, de eso no nos hemos dado cuenta pero Adonay Bermúdez nos lo va a explicar, en mi prólogo no hago spoilers, solo contextualizo.
¿Cómo creo que van a reaccionar los lectores? Hummm… En mi prólogo todo lleva a picarse y a avanzar en el libro, va a haber cualquier tipo de reacciones, algunas serán negativas y otras positivas pero impasible nadie va a quedar, te lo puedo asegurar, genera autoconciencia, lo enfocamos hacia fomentar el pensamiento crítico. Existen múltiples mensajes que descifrar en esta publicación.
Para muchos es chapapote, para los canarios piche y para Nicolás Laiz Placeres, ¿una herramienta más de trabajo?
¡Ay! ¡Los spoilers! (risas) Claro, al tratar la negritud hablamos de vertidos tóxicos en el mar, de oro negro, de petróleo, muchos artistas lo han empleado para efectuar denuncias y alzar la voz a través de su obra integrando el elemento contaminante, sí, no para provocar, ¿eh? Tenemos más derivados del petróleo a nuestro alrededor de lo que nos imaginamos, ¿y cuándo se acaben los combustibles fósiles, qué? Desde el arte contemporáneo encontramos un resquicio de libertad para cuestionar estas cosas.
Otra «estrategia» utilizada en la obra es el uso de la tradición para trasladar una denuncia. Por ejemplo, un romance a la Virgen del Carmen es la introducción a una dura reprimenda por la pasividad social ante la muerte de inmigrantes en el mar. ¿Es otra forma de hacer «saltar de su silla» al lector?
Es una forma de hacer que se revuelva en su silla, que se remueva su conciencia, que se levante, no sé si de un salto, pero que se levante y actúe, que abandone la pasividad. Necesitamos que los mensajes de cambio y de queja no se queden en las redes sociales o en un Change.org, que sucedan en el día a día, en la calle, el papel es la herramienta, no somos digitales porque queremos trascender lo digital.
Incluir a los hijos de los lectores es otra propuesta, un atrevimiento para hacer reaccionar. ¿Recibierion alguna patera coloreada?
Todavía no porque acaba de salir a la venta. Se presenta en ARCO y como desde ya puede adquirirse gracias a Librerantes obviamente al llegar a esa parte del libro los lectores decidirán hasta dónde quieren interactuar. Obligar literalmente no obligamos a nadie, quienes lo compren lo harán voluntariamente, partimos de esa base, pero el libro abre una vía de comunicación muy potente entre lector, autor, editora y artistas, mucho, hasta hemos creado la página web http://penumbramicromegas.com/ dedicada exclusivamente a este título y a lo que se pueda interactuar con él, pasen y vean. Habrá sorpresas. Estudio Sombra, diseñadores del libro, también está detrás.
«El mar no separa la identidad por mucho que se empeñen algunos» es una de las citas de un libro donde el concepto de raza está muy presente. ¿Por qué dedicar estra obra a la negritud y desde este enfoque?
Porque vivimos una época compleja y sombría en la que es necesario combatir rápido el racismo creciente. Al autor, a mí y a los artistas participantes nos preocupa sumamente el ascenso de grupos fascistas y el clima de conservadurismo que se va creando en numerosos círculos, hemos de pasar a la acción. Esta es una manera de hacerlo, desde el papel, de fomentar valores ligados a los Derechos Humanos, la solidaridad y el sentido común.
Si tuviera que definir este libro en una única frase. ¿Cual sería?
Penumbra es un proyecto con el que me siento tan comprometida que no soy capaz de definirlo y menos en una única frase porque la definición ha de emitirla cada lector, ni Adonay ni yo queremos etiquetas. Hasta tal punto que sé que él cuando lea esta entrevista va a fruncir el ceño y decirme «no me gusta eso de inmigración, sabes que yo siempre digo flujos migratorios» y lo amaré todavía más, si cabe.
En mi editorial a menudo el autor corrige al editor, cuando depende de Javier también pasa, somos horizontales y colaborativos, publicamos a autores a los que admiramos, respetamos y conocemos bien, cuyos mensajes deseamos amplificar con rigor. Es el espíritu original de Micromegas y el que retomo para la Colección Booth.
Penumbra está a la venta o disponible en un par de días o tres como mucho, si en ese momento no lo tienen, en toda la generosa red de librerías con la que trabajamos. Si no ve en el mapa una que le quede a mano o tiene algún problema para conseguirlo pregúntenos: librerantes@
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