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Salvatore Satta
De profundis. Capítulo 1. Por Salvatore Satta [Para abrir boca]
I En enero de 1943, en un vagón de primera clase del tren procedente de Roma, viajaban seis personas cómodamente arrellanadas en las butacas rojas. En el largo pasillo envuelto en tinieblas, unas …
«Pero, entonces, ¿qué hacíais luchando contra ellos? ¿Por qué seguís luchando?». Por Salvatore Satta
Satta nos coloca ante nuestro pasado y nos invita a tomar conciencia de él, a releer «la experiencia de nuestra historia» conscientes de las responsabilidades colectivas e individuales El nombre de Rusia terminó …
Salvatore Satta. En un vagón de primera clase del tren procedente de Roma
En enero de 1943, en un vagón de primera clase del tren procedente de Roma, viajaban seis personas cómodamente arrellanadas en las butacas rojas. En el largo pasillo envuelto en tinieblas, unas formas humanas deambulaban en la penumbra, poco dispuestas a pasar toda la noche en pie. De vez en cuando, una de ellas abría la puerta y pedía a los viajeros que concedieran de alternarse en el descanso o que, al menos, se estrecharan un poco para crear un cuarto asiento: unas escenas ya habituales que reproducían en ásperas discusiones el eterno conflicto entre justicia y derecho
La reflexión de Salvatore Satta
De profundis es una meditación lúcida y dolorosa, de tonos amargos y sarcásticos, en torno a los últimos veinte años de la historia italiana. El régimen fascista y la Segunda Guerra Mundial son el abismo del que surge y al que se dirige la reflexión de Satta.
De profundis clamavi ad te domine
Las páginas de este libro se cierran igual que se abrieron, con la desconsolada visión de una patria que muere. Pero, ¿Qué es —hoy, aquí, para una mente únicamente labrada por la paideia contemporánea— una patria? La extrañeza nos expulsa de la pregunta.
De profundis en Enclave de libros [Madrid]
Por más pequeñas y cotidianas que sean, nuestras costumbres, nuestras prácticas y creencias influyen en la historia
A veces, este trabajo es una fiesta. A modo de editorial
Es verdad que a veces no lo es. A veces le dan ganas a una no ya de invadir Polonia, que decía Woody Allen, sino de arrasarla y no dejar más que desolación …