Hicieron que un día fuese un día aquí. Hicieron que un día fuese un día aquí. Hicieron que un día fuese un día aquí por un año por un año anualmente hicieron que un día anualmente fuese un día aquí por el año.
Si el ahora es elegir, lo hacemos en piezas es un proyecto conjunto con el Museo de Navarra-Nafarroako Museoa que parte de lo cotidiano —de las denominadas actividades cotidianas— para preguntarse por la construcción del presente, del aquí y el ahora. La propuesta invita a diez ilustradoras y al público a construir su experiencia estética de la cotidianidad y, a su vez, plantea una línea de continuidad con la idea del Museo de Navarra-Nafarroako Museoa como memoria cultural que tendrá su reflejo en una muestra en octubre de 2022 donde se podrán ver, no solo las ilustraciones originales, sino también parte de su proceso creativo.
Mostramos esta vez un libro coral que cuenta con la participación de las ilustradoras: Myriam Cameros Sierra, Leire Urbeltz Munuce, Cristina Jiménez Gómez, Iratxe López de Munáin, Aizpea Lasa Villa, Andrea Ganuza Santafé, Itziar Repáraz, Liébana Goñi Yárnoz, Irati Fernández Gabarain y Natalia Zaratiegui. Y que se presenta en edición bilingüe euskera-castellano —con traducción de Danele Sarriugarte—, en partes separadas, aunque todas unidas, con dos tablas de contenidos independientes que dan el primer indicio de que nos encontramos ante una edición no foliada en la que lectoras y lectores tienen que ir construyendo su recorrido literario; siguiendo la estela del título: Si el ahora es elegir, lo hacemos en piezas, aukeratzea bada oraina, piezaka eraikitzen dugu.
Preguntarse por la construcción del presente, del aquí y el ahora, con el fin de construir una experiencia estética de la cotidianidad, lleva irremediablemente a preguntarse, primero, qué es eso del presente y, segundo, a qué llamamos cotidiano. El presente como cuestión siempre ha sido un tema por el que nos sentimos atraídos de una forma u otra hasta el punto de atreverme a decir que todo el mundo, en la medida de sus posibilidades, se ha preguntado al menos una vez en su vida por ello. Si tomamos por buenas las palabras de San Agustín, el presente sería todo: pasado, presente y futuro; es decir, una suerte de eternidad. Así, nos encontramos con la capacidad del presente actual para retener el pasado conocido y para anticipar el futuro.


También podemos considerar el presente como lugar, el espacio donde ocurre la realidad, pues esta existe a través de los acontecimientos que se dan en ella, apareciendo una relación necesaria entre pasado y presente y, aunque en menor medida también, entre presente y futuro. Estaríamos, según George Herbert Mead, ante una visión de la realidad como un rollo de pergamino infinito cuyos fragmentos se desenrollan ante nuestra intermitente mirada. La realidad, los acontecimientos, esos pequeños fragmentos, en resumen, lo cotidiano.
La estética cotidiana concierne a nuestras rutinas cotidianas recurrentes. En primer lugar debe ser algo común, entendiéndose como tal algo practicado y experimentado ampliamente, no exótico, ni especializado, sino accesible y generalizado, pero no necesariamente llevado a cabo por todo el mundo. En segundo lugar, y aunque parezca una obviedad, debe ser una actividad. La estética cotidiana se define más por la forma que por su contenido; en otras palabras, más por el proceso —por su rutina, por sus hábitos— que por el producto. De ello, se coligen que existen cinco áreas fundamentales en relación con la estética cotidiana: el alimento, la indumentaria, la vivienda, la convivencia y los recorridos por fuera de la casa.
Diez ilustradoras piensan (e ilustran) lo cotidiano, los acontecimientos, el aquí, la rutina, el ahora, la realidad, lo social… Satisfacciones que, comparadas con el gran arte, pueden parecer modestas. Sin embargo, así es, pueden, ya que —según se lee en «Definición de estética cotidiana» de Kevin Melchionne— esta omnipresencia de la cotidianidad en nuestro día a día la convierte en la mayor experiencia estética que percibimos.