En mi caso, los recuerdo muy bien, tuve dos profesores de Filosofía en Bachillerato. Uno era un señor cura orondo, diría que un poco pelma si fuera capaz de decirlo con respeto y cariño, que era aburrido escucharle, es la verdad, pero que era un buen hombre, esto también y es más importante. Nos hablaba de San Agustín en un tono como de dar misa, pontificando, y es que yo no me enteraba de nada y me agobiaba muchísimo. Porque San Agustín podía caer en selectividad, entre otras cosas. Aunque lo que a mí me hubiera gustado, de verdad, era entender lo que nos contaba, atisbar alguna salida, comprender la relevancia que sabía que tenía todo aquello, cómo si no iba a estudiarse a San Agustín en COU, que te podía caer un texto suyo en selectividad, uno de esos escritos oscuros, indescifrables sobre… Yo no tenía ni idea, y me daba mucho coraje ser tan boba y alguna vez lo intenté, preguntarle a este hombre, señor y cura, que qué quería decir todo aquello, a dónde conducía, cómo podía hacer para entender… Imposible. Hablábamos casi que idiomas diferentes. Dónde vas, manzanas traigo. Qué rabia me daba ser tan idiota.
El otro, más joven, laico, progresista, se pasaba las clases diciendo que el sexo es muerte. No miento ni exagero. Lo decía cada semana al menos una vez. Habían estrenado hacía poco El imperio de los sentidos y, bueno, también salía cada poco. Y una compañera —que sí entendió luego al cura, lo de San Agustín y todos los demás, era una muchacha inteligente y culta, daba gusto y envidia, majísima— ya un día, vívamente cansada de la misma monserga, le preguntó directamente que qué quería decir con lo de que el sexo es muerte el sexo es muerte el sexo es muerte. «Esto es como la filosofía, la entenderéis cuando tengáis ya una edad», contestó. Y vosotras diréis, qué tío más tonto. Pues sí, coincido, era tontísimo.
Que os cuento todo esto porque me he liado, si lo sé, no tengo remedio (o que así es más entretenido escribir), pero que hoy tiene relación con lo que quería contar, os cuento: el próximo 2 de marzo arranca en la librería Taiga de Madrid el taller de iniciación a la Filosofía. A esta primera sesión viene además Maite Larrauri, que es la profe que nos hubiera gustado tener no solo entonces, también ahora. Por dónde empezar con Hannah Arendt, o Gilles Deleuze, Nietzsche… Cómo leerlos sin frustrarse, sacarles además partido, enterarte bien de las cosas. Es de lo que se trata. Maite lo hace posible. Y te engancha.
Para ilustrar lo que digo, y así acabo, os dejo el corte que he encontrado en youtube cuando estaba buscando alguna de sus intervenciones en Para todos las 2. Este es sobre Gilles Deleuze, «Haced rizoma, no raíz».
Hay más, os animo a googlear. Gracias por estar ahí.
Librerías recomendadas
- ¿Conoces a alguien a quien pueda interesarle todo esto? Te animamos a que le reenvíes esta nota.
- Si te ha gustado puedes suscribirte haciendo click aquí . Enviamos un correo los domingos, no pasando nada raro.