Traducción de Montserrat Armas
Niemand ist weit zu sehen
Bis unten am grauen Saum.
Über den Feldern braun
Verlassene Pflüge stehen
Im leeren Raum.
Ein früher Wind schüttelt
Auf den Chausseen
Die kleinen Bäume,
Die Raben steigen und stehn
Im Winde mit Krächzen
Über den Stangen
Der Telegraphen,
Die reifbehangen
Seufzen und ächzen.
Endlose Wege sehen
Sich über die brachen Furchen,
Über Hügel und Schluchten,
Als ob sie suchten
Irgendwo hinten ein Ziel.
Und ersticken am Ende
In einem Stoppelfeld
Wo eine einsame Mühle
Die starren Hände
Ins Morgengrauen hält.
Birken stehen
In einem der Wage im Land
Wie Klagefrauen,
Mit langen Zweigen,
In Tränen un Schweigen,
Wie über Gräbern,
Von nieman gekannt,
Wo ein Gerippe sich wältz
Unten im Sand.
Aber immer im traurig grauen
Niederen Himmel stehen und schauen
Wie Wächter mit großen Speeren
In verlorenen Fernen
Unter den Wolkenheeren
Ewig die hohen Zisternen.
A lo lejos, bajo la linde gris,
No se divisa a nadie.
Sobre los campos, marrones,
Arados reposan en el espacio
Vacío, abandonados.
El viento del alba sacude
Sobre las avenidas
Los pequeños árboles;
Los cuervos se elevan y suspendidos
En el viento graznan
Sobre los postes
De telégrafo,
Que cargados de escarcha
Gimen y suspiran.
Caminos sin fin se extienden
Sobre los surcos yermos,
Sobre colinas y desfiladeros,
Como si buscaran
Detrás, en alguna parte, una meta.
Y al final se extinguen
En un campo de rastrojos
Donde un molino solitario
Mantiene rígidas sus manos
En el gris de la mañana.
Los abedules se alzan
Sobre uno de los caminos del campo
Como mujeres que se lamentan,
Con largas ramas,
Con lágrimas y en silencio,
Igual que sobre tumbas
Por todos ignoradas,
Donde un esqueleto abajo
En la arena se revuelca.
Pero siempre están en el cielo bajo
De un triste gris y eternamente miran
Las elevadas cisternas,
Como guardianes con grandes lanzas
En la perdida lejanía
Bajo un ejército de nubes.

En esta edición presentamos dos de sus poemarios, Maratón, un extenso ciclo de veintidós magistrales sonetos épicos, expresión de la violencia, la pasión, la energía vital, el amor fati, la fuerza poética, y Tetralogía de Otoño, donde los vivos actúan como si estuvieran muertos, con sus rostros marchitos por las luces funerarias, con su poca vitalidad, adormecidos como los días de invierno que se avecinan.