Cuentos para leer, cuentos para contar
María G. Cameselle, traductora de los cuentos de Philippe de Baleine
En diciembre de 1989, cuando vivíamos en Inglaterra y yo me afanaba por aprender inglés pero sin olvidar el francés, Javier, mi compañero, siguiendo su generosa costumbre me regaló una revista francesa en la que aparecían publicados por primera vez cuatro cuentos de Philippe de Baleine bajo el título Contes de Noël au Soleil como regalo de navidad para sus lectores.
Desde que leí los cuentos siempre albergué la esperanza de traducirlos al español y durante casi 30 años —y numerosas mudanzas— viajaron conmigo en mi archivo de documentos personales por temor a perderlos. Cuando Inés, mi hija de 22 años, era pequeña, se los contaba todas las noches a la hora mágica que precede al sueño y más tarde, cuando tenía 6 años, comenzamos a preparar una pequeña edición doméstica en la que ella era la ilustradora y yo la traductora. ¡Era como si Dadí y Melisa formaran parte de nuestra familia!
Un amigo geógrafo me enseñó en Namibia que, en los sistemas dunares, la acacia africana muere ahogada bajo la arena, pero antes el viento lleva sus semillas y vuelve a renacer en otro lugar. Así recojo yo las palabras del Philippe de Baleine y, como el viento, las traslado a otro aquí, a otro ahora, esperando que vuelvan a florecer. En este viaje, además, he aprendido que la voz, nuestro viento interior, es un instrumento maravilloso que, como la alfombra de Aladino, nos puede llevar a lugares insospechados.
Gracias al apoyo y entusiasmo de Varasek Ediciones, y especialmente de su editor Enrique Mercado, los cuentos comienzan su singladura en otras aguas. Espero que la luz de las estrellas y el poder de las ballenas los lleven a buen puerto para el disfrute de grandes y pequeños.
es casi canto, tiene algo de niño.
Ella me cantó y contó
maravillas inventadas y herencias,
recogidas crebas a lo largo de su vida.
He crecido en una casa con tradición propia, del amor de mis padres,
mía, de mi bisabuela Amelia.
Música, cuentos, cocina,
grandes reuniones en un salón pequeño,
altares de tesoros abstractos
nacidos en la ilusión de mi madre,
que es también canto y niño,
la fuerza de estar juntas
y la magia de este libro.
Por Inés Escaned, ilustradora de los cuentos
siguiendo el sendero del cuento
y en el borde del camino, cerca del mercado,
encontrar a la pequeña ofreciendo la fruta
recogida entre la hierba dispuesta ahora sobre
la hoja de un banano
escuché los diálogos del mercado y sentí a
mis espaldas la llegada del rey montado en
su elefante todo en un país imaginario que ya
existía pero que no conocí hasta que tú le diste
color y le insuflaste tu vida viajera.
Por Javier Escaned
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