
Sin más respuesta que el silencio. Por Christian Martínez Silva
La inercia del frenazo hizo que su cabeza se estampara contra la reja de protección del coche patrulla. Las esposas, anudadas a su espalda, le habían impedido cubrirse antes del impacto. Notó un ligero mareo; tenía los ojos vidriosos y la primera gota de sangre